Las dos brújulas

Un día, con el devenir de los tiempos me encontré que mi vida había cambiado. No tenía : Ni horario, ni trabajo, ni… ni…vamos que me había convertido de la noche a la mañana en miembro honorífico de la generación de los “Ninis”.

Busqué una solución rápidamente, me compré dos brújulas para orientarme, una me señalaba el Norte y la otra el Sur, no sabía que hacer. Me dijeron que si las cosas van bien, la misma brújula te señala el N. y el S. (mucho más lío todavía). Así que decidí orientarme por “La rosa de los vientos” y sin saber porqué, llegué a la UJI. Sin a penas darme cuenta, estaba dentro de un aula, rodeada de muchos compañeros. Nos daban clase bastantes profesores. Hablaban de filosofía, de psicología, de historia, de arte etc. Nos recordaban que nos íbamos a hacer viejos. (Cuando llegaban esos momentos mis brújulas me decían que me fuera, que más valía ser “Nini”) Nos decían que nos teníamos que dinamizar, nos daban lecciones de convivencia y muchas cosas más imposibles de resumir en un artículo.

Vamos, resultó impresionante. Saqué mi cuaderno de bitácora y me fui apuntando las experiencias que más me iban impactando: Las jornadas de nuevas tecnologías, el taller de escritura, la visita a Tarragona, la actuación del grupo de teatro en el Paraninfo, la actuación del coro, el acto de clausura de final de curso.

Una noche, una de mis brújulas me dijo que se marchaba porque yo ya había encontrado mi Norte, le contesté que no se fuera, porque nunca se sabe lo que queda por recorrer. Tuve suerte, como se llevaba bien con la otra, se quedó. Así fue pasando el tiempo, llegó el verano y nos fuimos todos a recorrer mundo.

Hoy, ya voy por el segundo curso. Ya me siento como pez en el agua. Ahora nos han embarcado para hacer unos trabajos en equipo cuyo lema es.”Aprender y disfrutar” Ni os cuento lo que he escrito en mi bitácora sobre el tema…Eso sí. para dinamizarse no hay como trabajar en equipo.

Estoy aprendiendo inglés, Ya casi entiendo a la reina de Inglaterra. (Más por la edad que por el idioma) pero creo que dentro de unos años podré leer a Shakespeare sin traducir.

Me encantan cuando salgo de clase, esos árboles llenos de tonos marrones, amarillentos, verdosos, que se esponjan al viento y producen una música suave de despedida, ¡qué bonito es el otoño!

Escribo en mi cuaderno que desearía asistir a un recital de poesía. La poesía es una energía renovable. Se podría sustituir por una conferencia.

Una de las actividades que más me gusta, es la de senderismo. Mis compañeros armados con sendos palos, ataviados con ropa técnica y botas de montaña recorren las comarcas de la provincia. Los paisajes son preciosos (los he visto en las fotos), respiran oxigeno puro y conviven arropados por la naturaleza.

Ya sólo tengo una brújula, la otra se la regalé a los jóvenes por lo amables que son con nosotros cuando les preguntamos algo, por supuesto les di la que señalaba el Norte.

María Pilar Gutiérrez.