Señoritas de Burriana
De wikisenior
EL CUADRO "SEÑORITAS DE BURRIANA"
UN CUADRO AL ÓLEO EN LA HISPANIC SOCIETY DE NUEVA YORK
La Madre Naturaleza ha dotado ha nuestra provincia de unos recursos naturales ciertamente envidiables y que a cada generación corresponde el derecho de su disfrute y la obligación de su conservación, para ser transmitidos a nuestro hijos en las mismas o mejores condiciones en que los recibimos. Así junto a unas amplias y hermosas playas abiertas a nuestro intenso mar azul, disfrutamos de una Sierra de Espadán que alberga las especies forestales más genuinas del auténtico bosque mediterráneo, en el que están enclavados encantadores pueblos, que precisamente por su cercanía permiten el veraneo de numerosas familias de La Plana, que en esos días de caluroso estío buscan el frescor y el relajado ambiente de los mismos.
El hecho que os relato y que a su vez me lo contó mi amiga María Amparo, vecina de la localidad en cuestión, se produjo en uno de ellos, Villamalur, que sin ánimo de comparación, goza de las cualidades citadas en su máxima expresión a lo que hay que añadir la merecida fama de que gozan sus cerezas “talegales”. El pueblo de Villamalur, como es bien sabido, es una de las primeras localidades subiendo hacia el interior de nuestra provincia, donde el idioma castellano sustituye al valenciano como lengua coloquial. Era uno de esos días de las fiestas de Pascua en que, sentadas tras las cortinillas de la ventana de su casa, unas mujeres con la experiencia y criterio que da ya cierta edad, viendo pasar un grupo de personas a las que no reconocieron como habitantes de su pueblo, comentaba una de ellas con aplomo y desparpajo: “esta gente debe haber venido a Villamalur a alquilar alguna casa para el verano y, a buen seguro por lo “mudás” que ellas van, deben de ser de Burriana”. Y es que, en efecto, la naranja tuvo mucho que ver con la prosperidad económica que gozaron diversas localidades de La Plana en distintos momentos de principios del siglo pasado, siendo Burriana, por su carácter exportador uno de los centros donde la economía más propicia se mostró con sus habitantes y ello se tradujo en una sensible mejora en la calidad de vida de los mismos. Nos vamos a fijar concretamente en dos aspectos: la indumentaria de la mujer y las nuevas edificaciones que se levantaban en la ciudad.
Esta prosperidad económica, obviamente, también iba a estar presente en la indumentaria femenina, y fue la impulsora de una clase media, que tanto por sus nuevas disponibilidades dinerarias como por sus deseos de diferenciarse de los tiempos pasados de carestía estaba deseosa de ver reflejados en sus ropas “los nuevos tiempos”. La burguesía burrianense también conoció estos tiempos y aceptó gustosa las nuevas posibilidades en la indumentaria de la mujer: “la última moda”, llegando hasta nuestros días la elegancia y distinción con que vestían las mujeres de la ciudad. Como un recuerdo de aquellos años de la “fruita daurada” parte de las jóvenes que conforman la Corte de Honor de la fallera mayor de Burriana visten con elegancia el traje de “Dama de la Ciudad” que cada año podemos admirar en las presentaciones y desfiles falleros. Asimismo nuevas edificaciones se levantaban en las calles más céntricas de la ciudad, siendo la arquitectura modernista, en pleno auge en dicha época, la que dejaba su huella en esas casas. El nuevo siglo XX trajo bellísimos ejemplos del modernismo floral, el Art Nouveau, cuyos motivos se pueden ver bajo las consolas de balcones y marcos de los vanos, el cual imita, otras veces, lo que Gaudí estaba haciendo en Barcelona con los tejuelos de los azulejos de las vecinas fabricas de Onda: el “trencadís”, que va a servir de enfoscado en algunas de las fachadas, en donde puertas talladas y rejas artesanas llegan a su máxima perfección dentro de este modernismo en boga. Con el siglo ya avanzado nace l´Art Deco con sus geometría de planos lisos desornamentados con cariz cubista, duros a veces y contrarios siempre al feroz movimiento anterior, del cual tenemos espléndidos ejemplos en Burriana.
En cierta ocasión le relataba a Pilar, una buena amiga y compañera de la U.J.I, parte de lo anteriormente narrado: el comercio naranjero, las casas modernistas, los trajes de falleras y de damas de la Ciudad, etc. en una visita que giramos juntos al “Museu de la taronja” de Burriana y cuál no fue mi sorpresa cuando a las pocas semanas me enseñó, sorprendida, las fotografías de un cuadro que su hija había realizado en el museo de la Hispanic Society of América de Nueva York con el título de “Señoritas de Burriana”, lo que confirmaba y complementaba, de alguna manera, mis comentarios y explicaciones anteriores a mi amiga Pilar. Dado que en absoluto conocía yo esta circunstancia he buscado algo de información sobre el cuadro y puedo confirmar que, en efecto, es obra del barcelonés Anglada Camarasa, comprado del taller de París, siendo uno de los cuadros más avanzados de la época.
Su autor, Hermenegildo Anglada Camarasa (Barcelona 11 de septiembre de 1871 ~ Pollensa 7 de julio de 1959) es un pintor español catalán, destacado representante del postimpresionismo. Su obra se sitúa en la transición entre el Modernismo y el Novecentismo catalán y fue calificada como fruto de un excesivo decorativismo modernista, muy en la línea del Art Nouveau. Lo cierto es que su pintura, muy exuberante en coloridos y arabescos, tiene una trascendencia pictórica excepcional en la historia del arte catalán ya que influyó en muchos pintores. Después de la etapa inicial, se dedicó preferentemente a la figura, con especial atención a los temas folklóricos, valencianos y gitanos, que fueron el punto de partida hacia una pintura paisajística de exuberante belleza colorista y exaltado cromatismo, de grosores de materia insólitos y luces de color vibrante entre los peculiares y refinados arabescos propios de un dibujante magistral.
Me ha resultado grato que la curiosa y simpática anécdota de Villamalur haya servido como excusa para, en primer lugar, interesarme y descubrir la existencia del citado cuadro en Nueva York y después darlo a conocer a los lectores de nuestra Wikisenior. Por otro lado y, dadas la extraordinarias similitudes de todo tipo existentes entre todos los pueblos de nuestra comarca de La Plana, creo que tanto la anécdota como el mismo título del cuadro podrían ser perfectamente asimilables a cualquiera de nuestras ciudades, a las que creo que sin esfuerzo podríamos considerar distintos barrios de una misma ciudad y, en consecuencia, ser extrapolados y atribuidos a todas ellas.